Era Imposible

Cuidado. Cuidado. Cuidado. Siempre era lo mismo. Desde los quince años no se podía raspar. No podía ser traviesa. No podía hacer lo que otros de su edad. Porque su madre sugirió que debería ser modelo y así lo hizo. Pero ahora estaba en el colegio y tenía tiempo para hacer 'locuras'. Por eso subió a un árbol un rato.

Y se había raspado la rodilla, pero eso no le importo. Lo que realmente le frustró fue cuando la falda se le rasgó, tuvo que romperla un poco para liberarse. Ahí se quedó leyendo, hasta que le dio un poco de sueño, cerró el libro y se quedó adormilada. Pero se despertó cuando comenzó a llover. Así tuvo que bajarse casi corriendo, corrió adentro, pero no deseaba regresar a su cuarto. Así que fue al centro de computación.

Tomó una computadora, estaba el lugar solitario y frío, se escurrió el cabello e ingresó a su mail. Le llegó el aviso de una promoción de las últimas fotos que le habían tomado como modelo. Suspiró e ingresó a la web- Imposible... No... -murmuró para sí. Lo bueno es que los vampiros no entraban ahí, no era muy normal, su naturaleza les alejaba a los avances tan rápidos de los humanos. Ahí habían varias fotos de ella, observó una por una, gruñendo y dando juramentos. Si veía eso alguien... juraría que mataría a quien tuvo la brillante idea.

Hacía tiempo había estado pensando y reescribiendo un mail para su padre, aún no lo había enviado y tenía que contarle sobre su llegada antes de que se pusiera frenético. Se alizó el cabello, acomodó su uniforme ya que había estado tirada en la cama leyendo y comenzó su marcha por los pasillos y escaleras hasta el Centro de Computación.

El colegio estaba demasiado callado para su gusto, en fin. Abrió la pueta y en seguida, al pasear la mirada por las máquinas, vió a un a chica. Caminó hasta ella y dedicó unos segundos a entertenerse con las fotos que estaba viendo. Y, era ella. Enmacó las cejas y se volvió a ver a la chica, que se venía un par de años menor para luego sonreir de lado.

- Hola -comentó, preguntándose si en realidad no sabía dado cuenta de su precensia, estado tan absorta en la página web o en verdad solo finjía, aunque en realidad le daba igual.

Estaba molesta, demasiado molesta. Estaba muy segura. Realmente segura. Deacon tenía que ver en ello. O lo que sea. En Japón posaba para los fans. Pero esto era una maldición completa.

Escuchó una voz atrás de ella y se sobresaltó. Regresó a ver y minimizó la ventana automáticamente. Aunque era tarde. Reconoció a la chica. Claro, era su compañera de cuarto. Bueno, no había tratado con ella. Catrina se la pasaba a fuera o con su padre en el tiempo libre. Lo que le ponía feliz era saber que era humana.

Su compañera no solo era mayor, sino humana. Una muy bonita humana. Aunque el hambre era grande y salía a beber de vez en cuando. Y al parecer acaba de ver la web de los locos esos- Hola -saludó cordial, sintió frío- Sunny... ¿Cuánto llevas ahí parada? -preguntó, esperando no sonar descortés.

Se mordió la parte interior de la megilla al escuchar su pregunta, sintiéndose algo metiche, pero en fin ¿Qué se le iba a hacer? Ella era asi de curiosa y no iba a cambiar porque si. Evitó su mirada, ya sabía que era su compañera de cuarto´y también sabía su nombre, pero no sabía cómo iba a reaccionar. Jugó con sus manos, retorciendolas levemente, el estar tan nerviosa le hacía sentirse, por momentos estúpida.

- Emm, no mucho ¿Cuatro, cinco minutos? -enmacó las cejas, sonriendo para salvarse de que le hecharan una bronca por andar de chismosa. Tomó una silla y sensentó junto a ella, medio divertida, medio despreocupada, estudiando su rostro y reparando en esos ojos tan particulares suyos- Lo siento, mi curiosaidad es... -se encogió d ehombros, como si fuera excusa suficiente.- ¿Así que eres modelo? -comentó en tono ligero, para quitarle importancia al tipo de fotos que habia visto.

Abrió los ojos cuando dijo su respuesta, aunque se lo venía imaginando. La había puesto nerviosa. Eso le hizo sonreír internamente. Después de todo, era mayor a ella. Y se había puesto nerviosa. Eso daba mucho de que hablar de su compañera. Y todo era positivo. Pero en ese momento sintió frío. Y no por estar mojada por completo. Sino por el tiempo que iba parada ahí atrás.

Hasta se le cerró la garganta. Dio un par de bocanadas de aire. Parecía pez fuera del agua al abrir y cerrar la boca. Pero no era para menos. Eran cinco minutos de escuchar su vocabulario poco 'florido' contra la fotografía, su vida, la vida de quienes tuvieron la idea, de su entorno. Y en fin, de mucha gente- ¿Tanto? -la pregunta era para sí. No esperaba respuesta. Y se comenzó a reír, nerviosa. Era una risa bajita, casi infantil. Como cuando tuvo que hacer desnudos por primera vez.

Cuando se dio cuenta, estaba sentada junto a ella. Detuvo su risa- Yo también soy curiosa -le aseguró muy amable. Aunque era duro actuar como era con todo el mundo. Cuando acaban de ver su secreto público- mucho -admitió. Ante su pregunta, subió sus piernas, desnudas y frías a la silla y se las abrazó. Tuvo mucho cuidado de taparse bien. La falda, rota y todo, debía seguir con su función. Cerró los ojos- Si... aunque descontando dos habitaciones en todo este colegio. Nadie sabe de mi trabajo de 'verano' -abrió los ojos. Ya se acostumbró a que mirasen sus ojos al inicio con extrañeza. Pero luego se acostumbraban- Aunque, admito, no esperaba ver la página web. No soy modelo reconocida como para eso -tal vez en el futuro lo fuese. No era su pasión. Pero mientras fuese fácil, lo haría.

La miró con una pequeña sonrisa pícara, abandonando aquella actitud nerviosa e insegura la cual solo adoptaba cuando estaba en problemas o avergonzada. Reparó en que estaba mojada y la verdad que no era para menos, si habría estado afuera entonces ya tenía una explicación. Miró el agua que escurría de su cabello y examinó su rostro unos momentos, así como su ropa pegada a su cuerpo.

- No creo que sea mucho... -comentó medio distraída, volviendo la vista a la pantalla, aunque sabía que había minimizado la pantalla. Su actitud le parecía hasta un poco exagerada, a ella le encantaba el arte y la fotografía era parte del mismo, entonces no le encontraba mucho problema por el mínimo detalle de que aquellas fotos eran algo muy atrevidas.- A veces la curiosidad puede ser el mas grande defecto o tu mayor virtud, en mi caso, se podría decir que un gran defecto -claro, tomando en cuenta en los problemas que se metía por su curiosidad. Volvió la vista al rostro de Catrina, sonriendo cálidamente y posando las manos sobre la mesa donde descansaba el ordenador.

- Te aseguro que tarde o temprano serás reconosida, la verdad que, no lo se. -se encogió de hombros, dándose cuenta de que aquello sonaba raro- Hey, hey, hey, no me malinterpretes, vale? -enmarcó una ceja y rió divertida a mas no poder- Digo que me aprece bien que tengas un trabajo tan artístico, solo eso. Y es un buen trabajo -mordió su labio ifnerior, medio nerviosa nuevamente.- ¿Tienes frío? ¿Porqué no vas a la habitación a cambiarte? -ahora todo sentimiento que no fuera preocupación se habían esfumado, dandolé pasoa un ceño fruncido y una mirada de reproche- No quiero que te resfríes -sonrió de lado, sintiéndose como una madre sobreprotectora.

Negó varias veces. Realmente le hizo sonreír. Su padre siempre decía cosas así. Desde muy pequeña había sido caprichosa pero también curiosa. Lo había heredado de su amado padre- Recuerdo cuando era niña, no había lugar en las casas que vivimos que no conociera. Un amigo de mi hermano -de su padre- decía que yo era de quienes nacieron paradas y nunca se sientan -comentó. Deisho fue, era y seguiría siendo la amistad que nunca comprendería de su padre. Era un monstruo. Lo odiaba y él a ella. En Inglaterra la encerraba cuando su padre no estaba.

La idea de ser reconocida la espantó. Estaba segura que sería una pesadilla. Tener a más Deacon molestando sería lo peor. Ella siempre quiso un lugar con diversidad de gente. Ahora que lo tenía, no deseaba dejarlo. Y sabía que lo haría si es que la comenzaban a acosar. Porque no toda la gente era buena, lo sabía- No... no lo creo. No es que sea modelo de marcas finas o cosas así. No he llegado a las ligas mayores -sonrió y observó a su compañera de habitación. Le alegro y mucho, que fuese tan sonriente.

Sintió algo cálido en el pecho. Bueno, no era para menos. Nunca había tenido una madre. Y suponía, pues, que lo que su padre le decía, también lo diría una madre. Y Sunny acaba de sonar como su padre. Por ende, pensó, que si cerraba los ojos, se podría imaginar a su madre diciendo eso. Y pensar que estaba viva pero solo le daba órdenes.

Lo meditó ¿Frío?- No, estoy bien. Me gustan los días así. Por mí, el sol podría ahogarse y morir. Aunque eso entristezca a Silvio -se sentía irrespetuosa al decirle por el nombre. Le frustraba tanto no decirle papá- Además, pensaba pedir que censuraran algunas fotografías. Aquí, no todos son respetuosos -gruñó, como Deacon, el 'fan del arte' que tenía una foto de ella en un comercial, en donde se veían sus 'ojitos'.

Sonrió divertida ante lo que le contaba, asi que un amigo de su hermano. Su hermano, según tenía entendido, era profesor. No contestó, los temas pasaban rápido y en fin, no sabría qué mas decirle a eso. Retiró las manos de la mesa y las dejó reposar sobre su regazo, juntandolas. La verdad que aque lugar estaba un poco frío, aunque claro, el castillo era en sí.

- Claro que no, pero la verdad es que no veo motivo por el cual no puedas llegar a ser reconosida y trabajar en marcas reconosidas -se encogió de hombros en su asiento, si uno se proponía algo, podía lograrlo con perseverancia y esfuerzo. Pero de todas maneras, era su elección y ella no le obligaría a nada porque simplemente no tenía derecho y no le correspondía. Frunció levemente el ceño ante lo siguiente, en realidad estaba dando una respuesta a algo que no había preguntado, en fin. Le gustaba conocer cosas de los demás.

- Si, pero yo te digo que te vas a enfermar si tomas frío, porque aqui si hace frío. Si tengo que hacer de enfermera para mi compañera de cuarto te aseguro que cobraré la hora -enmarcó uan ceja, evitando reirse a carcajadas- Además, tu postura lo demuestra -señaló con la mirada el cómo se agarraba las piernas con los brazos. Todo lo que había sido diverción hasta ese momento fue reemplazado por el disgusto- Sé a que te refieres y te aseguro que no me los aguanto, creo que es una buena eleccion -apretó los labios y volvió a mirar la pantalla. Ya estaba por demás decir lo que pensaba de aquellos irrespetuosos y mejor ahorrarse lo que ella gustaría en hacerles.

La idea le horrorizó. Le sonrió, pero negó mucho. Un solo vistazo a lo que significaba eso era asustante- Que horror ¿Te imaginas? A dieta, siempre con estrés. Una vida sin privacidad. Acosada ¿Tú podrías? -consultó, abriendo mucho sus ojos y curiosa. Solo una vez había hablado con alguien que tenía la entereza y la paciencia para soportar todo eso. Ella no. Totalmente, era una niña algo mimada para ese trabajo.

Llevó sus manos a su boca y se rió por lo de enfermera. No que ella no se enfermara. Pero no creía que esto le fuese ha hacer algo. Bueno, igual no podía explicarle bien- Mi amor a los días de fríos me hace inmune. Desde pequeña he jugado en la lluvia, ya es natural para mi -no mentía en eso- Pero si enfermo te pagaré bien y mi hermano también -le prometió. En especial su padre. Le gustaba cocinar. Eso le daba gracia.

Notó su postura y lo que decía su padre sobre ella- No es por el frío, es una costumbre mía, cuando estoy cómoda adopto esta posición -al parecer de bebe pasó mucho en esta posición. No sabía, no lo recordaba. Al ver que le apoyaba, asintió con fuerza- Uno de los cuartos que te digo es de un chico... Deacon, es un... tonto -gruñó- tiene en su celular fotos mías que si ven sus amigos lo mato -suspiró y se quedó callada un segundo, observó la pantalla un segundo- Eres muy bonita, de seguro te iría bien de modelo -de echo, tenía las características perfectas para serlo.

Se lo pensó, se lo imaginó y le entró un escalosfríos. Nada de privacidad, acoso y ella que en realidad disfrutaba mucho el estar sola aunque una buena companía nunca venía mal. Los amigos eran algo que simplemente necesitaba para vivir aunque no lo demostrara en ocaciones. Negó con la cabeza al igual que Catrina, con energía.

- Uhg, ya. Es cierto -hizo una pequeña mueca, aunque sabía que hasta podía estar exagerando. La observó un momento mientras ellas reía, aguantando su mirada, presentía que serían buenas amigas si de entrada se caían bien. Le encantaba hacer reir a la gente y sobre todo, agradar. Levantó las manos, como parando el tráfico en un claro signo de rendición.

- De acuerdo, de acuerdo. Pero si te llegas a enfermas te acordarás de mi -rió por los bajo, mientras cruzaba las piernas- Yo amo la nieve -indicó como un pequeño dato, ya que ella le estaba contando muchas cosas. A veces se dedicaba a hacer muchas preguntas a las personas que acababa de conocer, hoy no era uno de esos días. Le encantaba escuchar, por exelencia. Aprendía mucho mas asi de las personas.

- Ah, claro, entonces estas cómoda -hizo comillas a la útima palabra con los dedos, sin borrar la sonrisa, una la cual solo variaba en su rostro y en esos momentos reflejaban su diverción. Ella también estaba cómoda. Al escuchar el nombre de su amigo, entrecerró los ojos, envarandosé- ¡Yo sabía que no era de confiar! Dios, que chico -negó con la cabeza en modo de reprobación- Yo... no se si es un tonto, exactamente. Le diria de otra forma, pero mejor dejemoslé asi, no vaya a ser que ande rondando por aqui -bromeó, aunque era cierto en un parte. Siempre aparecía y ella jamás se daba cuenta de nada- Yo ya me encargo de esas fotos, tu despreocúpate -sonrió divertida, ideando algúna cosa retorcida para pocesinarse del aparatito y borrar esas dichosas fotos. Se quedó callada durante una fracción de segundo- ¡... si, ya, lo que tu digas! -repuso hechándose un poco para atras. ¿Ella, precisamente ella de modelo? Si, claro.

La nieve. Le gustaba la nieve. No la había visto muy seguido. Pero era interesante. En especial usar la nieve que caía para refrescar la tina. Le encantaba eso- ¿Por qué? -quiso saber. La nieve siempre la congelaba. Si no la dejaban bañarse en agua caliente. Abría el agua fría y ya.

Rió- ¡En serio, se esta cómoda así! -no lo decía por reproche, sino en risa grata. Le gustaba reír, la hacía humana. Y así, en una conversación trillada se sentía muy cómoda- ¿Conoces a Deacon? -murmuró asombrada y llevó su mano a su pecho- Dime que no eres de sus admiradores. Te lo ruego -vivir con una de sus fans sería lo peor.

Le sonrió agradecida. Si borraba la fotos que tenía Deacon, sería tan feliz. Nunca le daría la libertad, pero por lo menos. Si, por lo menos no sería esclava del chantaje. Le sonrió. Si, sería una modelo- ¡Hablo en serio! Sunny, eres muy bonita. Te apuesto que si mido tus facciones, serían tan cercanas a la perfección que te asustarías. Tengo buen ojo para eso -quería que le creyera. No que quisiera meterla en el modelaje, pero si lo hiciera por ella misma, entendería lo duro que sería.

¿Porqué le gustaba la nieve? Esa respuesta era bastante sencilla, pero le parecía raro que preguntara, de todos modos no dudó en contestarle´puesto que no tenía nada que ocultar y podía demostrar lo hermosa que era la niebe a sus ojos, explicarlé el porqué que ella esperaba. Tal vez no lo viera como ella, pero cada una tenía su punto de vista.

- Pues porque... yo veo que al paisaje el blanco le queda mejor y adoro el frío, además, le da a todo un toque mágico a todo -se encogió de hombros. Soltó una carjada breve a sus palabras y asintió varias veces- Vale, vale, te creo -y en realidad si le creía, solo estaba jugando con ella. Enmarcó una ceja, asintiendo un par de veces a su pregunta, claro que conocía a Deacon y bastante bien, a decir verdad- Pues si, de las fiestas de la `alta sociedad´ -hizo las comillas otra vez con los dedos, rodando los ojos. Siempre había dio obvigada para dar una buena imagen de la familia, nunca por su cuenta y eso le molestaba terriblemente. Abrió mucho los ojos ante lo siguiente.

- ¡Catrina! -la reprochó, como si le hubiera dicho una barvaridad- ¿Te crees en serio que soy una de sus admiradoras? ¡Por favor! Solo somos amigos. -inspiró aire, no podía negar qeu era guapo, pero jamás había pasado de ahí, solo una cara bonita. Mordió su labio negando con la cabeza ¿La perfección? ¿Ella?- Ay, Cat, deja de decir esas cosas que me lo creeré -frunció el ceño por momentos. Ella nunca sentía verguenza, pero le apenaba un poco que le dijeran esas cosas- De todos modos, no quiero ser modelo -se encogió de hombros y enmarcó de nueva cuenta una ceja- ¿Buen ojo? ¿Ahora eres especialista? -rió divertida por momentos, para luego frotar uan de sus megillas, la cual sentía un poco de picazón.

Cerró los ojos y se lo pudo imaginar. Aunque la película de Narnia vino a su cabeza y le arrancó una sonrisa divertida. Negó varias veces para alejar la película de lo que pensaba. Realmente era bonito- Tú serías feliz si siempre nevara. Yo con lluvia -aunque al parecer eso último era obvio, pero realmente era verdad.

Le sonrió agradecida, era igual que cuando le estorbaba un brazo y no sabía donde ponerlo, por ella se lo quitaba. La gente no entendía como le podía estorbar un brazo. Y no le creían. Soltó un gruñido. Esas fiestas. Claro, claro.

Esas fiestas que ella no iba porque estaba en otro país siempre. Esas fiestas en donde luego sus 'amigas' le llamaban a contar todo lo que había echo Deacon. Esas amigas tan vendidas- Tiene una suerte que nunca estuviese para esas fiestas -murmuró más para sí misma que para Sunny.

Pese al reproche, ella sonrió como si le dijeran que el mundo era de helado de vainilla- No tienes cara de serlo, sino ya me verías feo a mí -Todas la veían feo. Todas. El idiota de Deacon siempre hablaba de ella como si fuese parte del cortejo.

Tapó su boca y se rió divertida, encantada de todo- Creelo, se de eso, le diré a pa... a mi hermanito que te eche un ojo, él lo notará -le aseguró. Después de todo, él controlaba los medios de comunicación en donde se daban esas cosas. Dio una gran sonrisa- ¡Claro! Soy especialista. Es parte del negocio de la familia, saber que vende y que no -dijo resuelta, confiada.

Asintió, eso era terriblemente cierto. Si pudiera vivir en un país donde nevara todo el año, no se lo pensaría ni dos segundos en tomar sus cosas y marcharse. Asintió de nueva cuenta a lo que ella decía, se lo imaginaba. Ya tenía una idea de Catrina toda mojada porque la tenía en frente, ahora solo debía transportarla al exterior, bajo grandes nubes negras que descargaban toda su agua sobre los terrenos de Medianoche. Si, facil de hacer.

Escuchó su murmullo, pero solo una pequeña parte por lo cual, decidió dejarlo pasar. Auqnue claro, la curiosidad le picaba. Deacon era su amigo, a veces la molestaba, pero le hubiese encantado saber porqué Catrina y él no se llebaban bien. Porque era esa la impresión que le daban sus palabras. Ladeó un poco el rostro, reprimiendo una sonrisa divertida ¿Así que sus fans le miraban mal a Catrina? Suspiró negando con su cabeza,lo cual se le hacía costumbre.

- Pues, eso sería algo dificil y raro porque me agradas -se encogió de hombros, le parecía una chica muy interesante y agradable. Enmarcó una ceja "pa... pa, qué?" Sonrió medio pícara, nada se le escapaba a veces le encantaba ser tan observadora y atenta. Negó con la cabeza repetidas veces- En serio que no quiero -mordió su labio y observó por la ventana unos momentos, el día estaba nublado y aún llovía fuera.- Ah, claro, claro. A mi nada me exige especializarme en algo, pretendo que el negocio familiar quede para mi hermana o Thomas -aunque para eso faltaba mucho tiempo, ella no quería saber nada de nada sobre el trabajo de su padre.

Asintió. Era bueno agradar a una chica de su edad. No compartía con chicas. Todas eran vampiras antiguas. Mayores. Muchas coquetas. Otras severas.

Una sonrisa cruel se formó en sus labios rojizos. Pese a todo, le agradaba ser odiada- Por eso se que no eres de sus fans. Temía que te gustara. Pero formar parte de su club, implicaría que ya supieras de mí. Deacon se los hace público -como si fuesen sus íntimas amigas. Y como si ellas debieran saber que Catrina Sly era su prometida. Y por ende, su eterna enemiga.

Notó su sonrisa. En otro momento despejaría toda duda. Su amado padre era su felicidad. Y se notaba que él era feliz ahí. Pese a que su tía Halley estuviese en ese lugar. Rogaba, pues, que la haya superado- Igual le digo y te subes el ego sanamente -sonrió bromista. Como si necesitara decirle que era de forma 'sana'.

El negocio paterno era el sueño de su padre. Una mafia organizada, pero nadie lo sabía. Él simplemente era el dueño de una compañía de comunicación- Yo aún debo pensarlo. Silvio y yo no tenemos padres. Mamá siempre fue del espectáculo -era la historia practicada. Cuando dijo 'Thomas' el rostro se le iluminó. Amaba ese nombre, cuando fue niña le regalaron un perro, un husky siberiano. Pero se lo robaron- ¿Thomas? ¿Un hermano tuyo? -consultó interesada.

Se encogió de hombros, esa sonrisa suya cruel, le recordaba demasiado a Deacon. Él sí tenía sonrisas que hacían que sintiera un pequeño frío recorerle la espalda, uno muy molesto, por cierto y que era poco frecuente en ella. Se mordió el labio ¿Qué le haría ella a sus fans? ¿Qué hubiera pasado si ella era una de su club de admiradoras? No quería saberlo, en base a su sonrisa cruel, no quería ni imaginárselo.

- Ese chico a veces me saca de quisio, no entiendo porqué se... ¿Se odian? -frunció le ceño, interesada en el asunto y tal vez demasiado- ¿Se llevan mal? ¿Qué ocurre entre ustedes? -enmarcó una ceja, siempre había creído que muchas veces la hostildad en las personas ocultaba cosas. Siguió negando con al cabeza, teztaruda a mas no poder, porfiandole a Catrina sobre lo mismo. Muchas veces se salía con la suya, pero no podía utilizar sus pucheritos de niña pequeña con Cat.

- En serio, no quiero -frunció el ceño, ya pensandosé una amenaza- que sinó, no haré de enfermera cuando te resfries -le sacó la lengua y rió divertida entre dientes. Alzó las cejas, curiosa ¿Espectáculo? A ella le encantaba todo lo que tuviera que ver con el arte- Eso en cierta parte, es genial -reconoció con una sonrisa aunque pronto se deshizo de esa imagen agradable, frunciendo el ceño y con una mirada que daba a advertir que era peligrosa, cuando hablan de su hermano, ahí sique salía su fiera interna- Es mío, mí pequeño ¿Eh? Si, es mi hermano, tiene sies años -rió, claramente le estaba haciendo una broma.

Una fugaz veta de resentimiento apareció en sus ojos. Un buen observador debió notarlo. No era odio. Nunca llegaría ser odio. Pese a que se lo decía todo el tiempo. Más bien era resentimiento.

¿Cómo explicarlo? Respiró hondo, pero parecía que el aire se trababa en su pecho- No es odio -tuvo que admitir- el último deseo antes de morir madre fue que me uniera con Deacon en matrimonio. Yo era muy pequeña, no lo recuerdo bien. Pero siempre fue así para mí. Madre era muy querida por la familia materna de Deacon -hablar de su madre como si estuviese muerta era a veces creerlo como tal. No constaba. Nunca la veía.

Soltó una pequeña risita ante los recuerdos- A Silvio le gusta viajar, así que no he compartido mucho con Deacon pero... no tenemos buen llevar. Además es humillante que mi supuesto prometido sea un gigoló y siempre busca enojarme -sus manos comenzaron a abrirse y cerrarse sobre su regazo. Como si ahorcara algo- Podría librarme si los dos no deseáramos esto. Pero Deacon se niega a darme la libertad. Y es la voluntad de mi madre a fin de cuentas -dejó sus manos sobre su falda, cerró y abrió las manos.

Arrugó la tela- Para mí Halley Frost es como una tía, como la madre de Deacon y él... quería verlo como un primo y no me lo permite -pero para ella era normal. Su padre la educó como en sus tiempos. Las familias se casaban entre ellos. Mejoraba la estirpe.

Le acompañó en su risa- Bueno, bueno. No se hablará más del tema. No quiero perder a mi enfermera -se volvió a reír. Pero se calló cuando la notó con una mirada tan diferente. La escuchó atenta. Sus labios se separaron sutilmente. Pero luego rió al saber la edad- ¡Seis años! Debe ser un niño adorable -como se debía notar. Catrina se estaba proponiendo seriamente llevarse bien con Sunny. Aquello sería un gran avance- yo siempre quise un hermanito menor. Ahora solo tengo a Silvio -y al molesto de Deacon y sus pervertidas ideas de trajes eróticos. Que los Dioses la libraran.

Retorció las manos sobre su regazo mientras escuchaba con atención la explicación de Catrina sobre su relación con Deacon. Ya a las primeras palabras, la miró con fijesa ¿Estaba obligada? ¿Obligada a casarse? Eso no le había gustado nada. Se le cortó la respiración por unos intantes y luego volvió en si, vaya, nunca hubiese creído que le afectaría tanto. Frunció el ceño levemente.

- ¿Y es eso lo que tu quieres? ¿Quieres casarte con él? -mordió su labio, debía entender que eran los deseos de su madre, pero para que le hicieran caso y mantener la promesa hacía falta renunciar a la libertad de poder estar con el chico que quisiera, incluso si ella quería estar con Deacon, que fuera su desición. No por obligación.- Si Deacon te quisiera de verdad haría cosas que te hicieran feliz -se encgió de hombros con sencillez, aunque sabía que no era un tema facil. Suspiró levemente con pesar, uno que no entendía demasiado, le resultaba impocible el afecto que le había tomado a la chica con tan poco tiempo juntas.

- ¿Serían una especie de primos? -murmuró mas para si misma, volviendo la vista a su regazo, pensativa. Se casaban entre familia, eso ya no se hacía, eso era muy antiguo, eso le parecía realmente raro. Podía entender que Cat tuviera que ser obediente y todo lo demás, ya que ella también tenía que serlo, pero eso ya parecía un exceso. Pero claro ¿QUien era ella para dar su opinión sobre la vida personal de su compañera de cuarto.- Esto es... raro, aún no comprendo -aunque en realidad si entendía.

Asintió, como una madre orgullosa y eso le hizo dar una pequeña puntada de dolor aunque la ignoró por completo.

- Lo es, es el único chico en mi vida -sabía que sonaba raro, pero el único amor que sentía por su pequeño era de hermanos, aunque su hermana mayor siempre comentaba que parecía estar enamorada de Thomas.- Aún no conozco a tu hermano, pero si es como tu de seguro me agradará -sonrió divertida. Silvio Sly ¿No era profesor? Si, de Tecnología Moderna.

La pregunta la tomo de improviso. Cerró los ojos con fuerza. Lo pensó más de una vez. Apoyada así, su mentón sobre sus rodillas. Abrazada a ella misma. Le pareció que el tiempo se detenía. Casarse con Deacon. Por decisión propia.

Negó lentamente, eso era imposible. En Japón se quiso casar con Ishihara. Eso creía ella- Yo... solo desearía casarme con él si fuera una masoquista -dijo al fin. Nunca le dieron posibilidad. Era el ave en la jaula dorada de Deacon. Al final le cantaría eternamente solo a él. Por migajas- ¿Quererme de verdad? -sonrió y fue con tanta melancolía que le dolió a ella.

Comenzó a reírse con sarcasmo. Una y otra vez negó con su cabeza. El cabello se le agitó contra las mejillas. Ladeó el rostro y miró a Sunny- Entonces no me quiere de verdad -concluyó simple. Muy tranquila. Era la actitud de una joven resignada.

Sus labios hicieron un puchero al pensarlo, paseó su lengua por su labio inferior- Creo que no lo somos realmente -pero se notaba que dudaba. Las palabras de su madre siempre eran 'tú tía Halley' y cuando vio una carta que le escribió a ella, notó como la llamaba 'mi amada hermana'.

Le regaló una amigable sonrisa y se encogió de hombros. Así era su vida. Rara. Muy rara. El corazón se le llenó de nostalgia que ni debía tener. Un hermanito. Su hogar sería perfecto si tuviese una madre amorosa o comprensiva y un lindo hermano- Silvio es el mejor -sus palabras se palpaban de amor. No importaba. No importaba que fuese un casanova antes o ahora. No importaba si mataba gente o estaba en malos pasos. Su padre, siempre, sería genial.

Masoquismo. Dolor. ¿La hacía sufrir? Suspiró apretando los labios con un poco de disgusto, en esos momentos hubiera sujerido a Catrina tomar sus cosas y marcharse a cualquier lugar donde pudiera librarse de tanto compromiso y disfrutar de su junventud. ¿Cómo alguien podía sentirse tan mal? Esas edades no eran para preocuparse por esas cosas, eran para gozarla, para hacer lo que uno quisiera ya que luego, luego podía meterse en una oficina a trbajar como autómatas hasta el cansancio, pero esa edad, era su edad.

Su risa solo empeoró las cosas ¿Podría ella realmente lanzarse a odiar a Deacon por lo que hacía pasar a su amiga? Sinceramente, si. Esa capacidad de sentimientos tan fuertes, tan vívidos, tan poco recatados, tal precipitados y tan cambiantes. Esa capacidad se le antojaba peligrosa porque podía cometer equivocaciones, estupideces y no darse cuenta, seguir en su mundo de rabia o lo que sea que sintiera en ese momento. "Entonces no me quiere de verdad" Extrañamente le dolió, esas palabras sinceramente si se las veía desde la piel de Deacon podrían llegar a doler, si en verdad, en el fondo, él si la quería. Sabía que astimaban y mucho, más por su tono y su dolor que el verdadero significado de las palabras. Estaba todo en su mirada.

- Catrina, harás que me lanze a darle de a patadas a Deacon, que hasta que no desista, no pararé -suspiró, un tanto divertida, pero solo una pequeña parte, porque reconocía que no podía estar feliz ni mucho menos en esos momentos. Al escuchar de nuevo el nombre del hermano de catrina, una pequeña sonrisa dulce se dibujó en su rostro, solo porque sentía, se empapaba en el amor que ponía en ellas y le alegró que al menos tuviera algo bueno, un consuelo que ella no podía darle- En serio le quieres, no entiendo como deja que sufras tanto -volvió la vista a su regazo, porque si un hermano veía que el otro sufría o estaba obligado, generalemente hacía lo pocible por aliviarle. En fin, ella ya había dicho lo que tenía que decir sobre el asunto.

Le tomó la mano y negó rápidamente. Solo ella podría hacer aquello. Deacon, por lo que veía, era bueno con otras personas.

Le soltó lentamente- Él tiene otro punto de vista. Al parecer yo soy culpable de todo esto -admitió. No sabía ni porque lo defendía. Por lo que comprendía, a él le dolía mucho. Ella no admitía el compromiso.

Era ella, entonces, quien no era franca, según él. Pero ¿Cómo amar a un casanova empedernido? Solo por ser ella diferente.

Amaba a su padre. Él era su familia. Lo cuidaba y él a ella. Abrió los ojos. No lo había ni pensado. Y era verdad. Cerró los ojos. Recordó. De niña le había preguntado- Él me conoce más que nadie. Silvio dice que luego le agradeceré. Él sabe que con Deacon seré feliz -cerró su mano en su collar. El frío ónix se calentó más rápido que su centro de plata- dice que me compadezca de lo torpe que es mi prometido -abrió los ojos- Entonces he concluído. Yo seré el ave exótica de la jaula dorada -su padre siempre le contó esos cuentos.

Al sentir el tácto calido de la mano de Catrina levantó directamente la mirada, sin sentir mucho mas consuelo. No podía creerselo, no después de todo lo que le había confesado, no podía creer que... Apretó los labios tratando de acomodar sus ideas. "No le gusta, le duele no poder hacer lo que quiera, no quiere casarse, supuestamente lo 'odia' y lo defiende. Exelente, no entiendo nada" Suspiró medio frustrada, las cosas encajaban de algun modo, pero sentía que faltaba algo dentro de todo ese rompecabezas, una pieza. ¿Lo hacía por maldad? ¿Por placer? No lo sabía, supuestamente así era, ese Deacon siempre le había parecido medio raro y un tema el cual le daba qué pensar.

- No logro de ver su punto de vista -comentó como si nada apartando la mirada y fijandosé en la ventana, la mano de Catrina ya no estaba sobre la suya. No sentía esa pequeña diferencias de tempertura, ella estaba fría, pero su amiga, al haber estado mojada lo estaba aún mas.- No sé la manera en que maquina su mente, necesitaría hablas con él sobre el asunto -posiguió mientras la miraba de reojo, tratando de adivinar la expresión en su rostro.- No es que lo haya hecho, claro, recien me vengo a enterar de cómo son las cosas -murmuró rápidamente, mordiendo su labio.

Se dió cuenta, inevitablemente, del cambio que habían producido en su compañera aquellas palabras. Abrió los ojos un poco mas, apretando mucho mas los labios. Eso era lo que un padre diría, los hermanos se apoyaban, no podía creerle, aunque a veces ella se comportaba como una madre con su pequeño Thomas, siempre había esa chíspa pícara que le comunicaba que le dejaría comer un caramelo más, o dos millones, antes de la cena. Siempre.

- Es un buen hermano, aunque deberia dejarte elejir ¿Te ha visto sufrir? ¿Le haz dicho por lo que pasas? Lo dudo -enmarcó las cejas, simplemente en un gesto interrogatorio, esperando que le respondiera aquellas preguntas vitales. "Torpe, torpe, siempre usas adjetivos que me parecen inapropiados para ese chico"- ... El ave exótica de la jaula dorada ... -musitó bajito, solo para ella misma y con la mirada perdida en la ventana. Comenzaba a oscurecer.

Observó. Muy atenta. La observó con completa atención. Sus palabras fueron interesantes. Una pequeña esperanza llegó a ella- Tal vez si tú le comprendes, pueda yo hacerlo -porque si él la quisiera de verdad. Si fuera franco con ella su sentimiento. Si hubiese amor, ella sabría manejarlo mejor, comprendería.

Nadie entendía la forma de pensar de Deacon. No hace mucho su padre había releído una obra antigua y repitió varias veces, en voz alta una escena. El amor y el odio si pueden ir de la mano. El odio solo era rencor, celos. Ella, entonces, estaba celosa. No lo creía así.

Ante sus preguntas. Negó rápidamente. No le diría. Pero sabía que su padre se enteraba. No había nada que él no supiera. O eso creía ella- Tan rápido fuimos abandonados. Tan rápido tuvo que encargarse de mí. A veces pienso que he dejado de ser su hermana. Que me he convertido en su hija. Y otras, que yo soy su madre -cuando iba a limpiar su desorden en especial. Parecía un niño.

Obviamente la escuchó murmurar. Sus sentidos eran un poco más agudos que los humanos. Pero no dijo nada. Solo observó afuera también. En tan poco tiempo. Casi pudo ser sincera con alguien. Le parecía una experiencia interesante. Sonrió.

"Las aves exóticas, después de todo, parecen sonreír" pensó. Adaptaría ese papel, si seguían las cosas así.

obviamente que alqué retazo de esperanzas en su rostro la llenó de determinación, tenía un objetivo, ahora solo esperab poder cumplirlo y salir viva en el intento. No sabía si Deacon era lo suficientemente cerrado como para no contarle nada y aún no tenía nada planificado, quería ser sutil, quería llegar a saber sus pensamientos asi como los de Catrina. Ell a le entendía porque su rostro le transmitía cada sentiemiento, cada detalle no escapaba a sus ojos, analítica, la observó duranete un rato, en silencio.

- Haré lo que pueda, no prometo nada y veré cómo encajar las piezas del rompecabezas, solo falta una -se mordió el labio no muy segura, dudando. ¿Seria capaz? Necesitaba saber mas, todo lo pocible, sin omitir nada puesto que erna de vital importancia.- Pero.. tu nada más... -no, no lo odiaba, ya se lo había dicho ¿Entonces qué?- ¿Qué sientes con exactitud por Deacon? Me refiero... hacia su persona ¿Qué le deseas? ¿Felicidad, sufrimiento? necesito saber -se mordió el labio meintars juntaba sus manos, anciosa.

Asintió con lentitud, puede ser que su hermano pudiera comportarse como tal, tenía que abarcar el trabajo de ambas figuras paternas de las que carecían. Parpadeo unos momentos, se le había escapado un pequeño detalle, uno que comenzaba a interesarle. Volvió la vista a Catrina, estudiando su rostro con la mirada para futuros sentimientos.

- ¿Y su padre? ¿Dónde está? -frunció el ceño, recordando al suyo con algo de resentimiento aunque sin darle mucha importancia al asunto. De solo pensar que Thomas estaba con él le daban ganas de correr a buscarlo y traerselo a la Academia o dejárselo a su hermana.- Cada uno adquiere la figura que el otro necesita, a veces se hace de madre, algunas de hija y otras simplemente de lo que en verdad eres, su hermana -se encogió de hombros, eso pasaba con frecuencia con hermanos solos. A veces, los niños pequeños veían más como una madre que como una hermana.

Era una humana muy curiosa. Le gustó eso. Los seres humanos la encantaban por eso. Tan mágicos en su curiosidad y habilidad. Y era un juego el que no descubriera que era ella. Le encantaría jugar. Porque eran las reglas del juego. Y ella seguía siendo una niña.

La pregunta le hizo abrir los ojos. Sorprendida. Se mordió el labio inferior nerviosa. Cerró los ojos, para entenderse a sí misma. Sus manos abrazaron más sus piernas- Yo... No lo se... mi madre estaba loca, antes de irse, delegó a una mujer que me repitiera siempre que Deacon era mi primo. Una idea enferma, luego decirme que me casaría con él. Yo quise y quiero quererlo como primo, por impulso. Pero no puedo. Me exaspera muchas veces, me hace flaquear otras. Yo soy una Sly y a veces me siento un pajarito atrapado. No me gusta eso. Pero... le deseo -recordó lo que le leyó su padre- Solo deseo que sufra lo que he sufrido yo en su nombre. Me ha ido matando, quiero que muera conmigo. Estar a la par para vernos a los ojos -muy poético, la culpa la tenía su padre.

La actuación fue inmediata. Ante la pregunta su mirada se hizo melancólica y observó el suelo- Papá también murió -le comunicó, solo pensar quedarse sin su padre, servía suficiente para sonar real. Sus palabras fueron sabias, asintió, quitando el dolor de su mirada y sonrió. Eso pasaba.