Primer día... genial -sarcasmo-

No le importó el insulto. No le importó la pelea anterior. No le importó nada. Por un segundo solo disfrutó. Como antes. Su mente le martillaba con fuerza. En esa caída se había aferrado al beso como se aferran otros a la vida. No podía creer que hubiese sido así. Pero su mente estaba nerviosa.

Le dejo recostarla. Tan agitada estaba, como si hubiese caído del cielo. Le hubiese gustado ver sus ojos y saber que pasaba por ellos. Ella había tenido miedo. Pero se asustó más ante los movimientos brusco de él. No había estado lista para eso, soltó un grito y cerró los ojos fuerte. Cuando todo terminó, lo observó. Parecía el demonio. Se iba a casar con el mismo demonio. No, su padre era el demonio. Él era Citerón y acaba de descubrir que era igual de demente que su familia.

Gimió. La astilla parecía que debió estar mejor en su mano. Sangraba más. Lo miraba todo como un sueño. Pero supo que no lo era cuando sintió la lengua de él en su herida. Un escalofrío la recorrió.

Ya no quiso usar las palabras, se sentó, sin cuidado, sin recato, ni preocupación por ella. De sus labios salió un sonido tan similar a cuando a un bebe le retiraban su peluche favorito inesperadamente. Observó su mano. La sangre ¿No la deseaba? El rasgar de la tela le hizo acercar sus labios y besar su propia sangre, antes de acercar su mano a él.

Bañada en sangre. El aroma le rodeaba. Realmente sucia. No sentía que una parte de su cuero o alma, estuvieran limpios. Y solo era un poco de sangre.

Le vendo la mano sin decir palabra.. se volvería loco, lo sabía… era conciente de ellos, que su final sería en medio de la locura, en medio de la locura que Catrina le haría caer.

Después de terminar su tarea se limito a sentarse con las piernas cruzadas, junto a ella con el rostro entre las manos. No sabía que hacer o que decir, y su estúpido corazón no se calmaba. Le miró entre los cabellos, sus pupilas se habían teñido de rojo debido a la sangre, bajo las manos

¿Estas bien?le preguntó con voz profunda, raspada, con cierto toque herido. Lentamente se levanto estirando una mano hacia ella Será mejor que te vallas a cambiar, es el primer día, no queremos un escándalo entre los mayores ¿No?

Le observó vendarla. Ya tenía anécdota para contar en un futuro. Su primer día de clases demostró lo poco preparada que estaba.

La voz profunda que uso le recorrió hasta la médula. Aceptó la mano de él, usando la buena, se levantó. No se atrevía a mirarle al rostro. Callada y sumisa, le besó los labios, con o sin permiso, entreabrió los labios masculinos, le regaló su sangre, la que estaba sobre sus labios. Con la misma diligencia humedeció sus dedos dentro de su boca y los deslizó por la sangre en su cuello. La retiró de ahí o bien esperó hacerlo- Eso no me importa -lo único que decía y su voz estaba apagada.

Se encaminó al castillo. No sabía que hacer en ese momento, más que alejarse. Se mordió el labio inferior. así no se debía iniciar un primer día.

Deacon no alego palabra ante el beso de Catrina, solo le sostuvo por la cintura, correspondiendole el beso aunque con una actitud distante, como si solo su cuerpo permaneciera ahí.


Ya lo se.. murmuro quedito, mientras comenzaba a caminar detras de ella, como si fuera Catrina quien gobernara sus movimientos Terminaras matandome le informo sutilemente

Mordió con las fuerza su labio inferior. Intentó apresurar la marcha. Pero sus pasos iban como halados por algo. El beso, todo. Y se preguntaba si lo había soñado. Un terrorífico sueño. Le tenía tan cerca, que si se giraba de golpe. Si él no prestaba atención. Lo tendría al frente. Y deseo tener a Tamara del brazo.

Ella siempre tenía razón. Ahogó un suspiro en su garganta. No le regresó a ver. Pero sí oyó sus palabras. El corazón le dolió- Siempre lo haces tú -murmuró, como si Deacon estuviese en sus zapatos y lo viese a los ojos. Tragó con dificultad.

Deacon se quedó parado ante la declaracion de Catrina.

Tal vez ella tenía razon al pedir su libertad, quizas ella tenía razon odiandolo.. Miró el piso... quezas él realmente era un maldito bastardo..

Negó con la cabeza

Entonces prometo que no me metere más en tu vida Prometió sin siquiera verle, dandose la vuelta y caminando solo dios sabe donde... primero lento, despues más rapido, más rapido hasta correr y perderse entre los bosques

Cuando le escuchó le dolió el pecho más que nunca. Más que cuando él se burlaba. Más que cuando él jugaba con ella. Más que cuando se enteraba de otras mujeres. Más, mucho más.

Cuando por fin se giró, su franqueza había enviado lejos a su prometido- ¡Deacon! -pero él no regresó. Ni la vio.

Notó que era observada. Como nunca fulminó con la mirada a todos y se fue a grandes zancadas al castillo. Primer día de clases. Primer infierno.