Noche de tormenta (+18)

Las tormentas le traían recuerdos, de todo tipo y siempre sin orden. Nunca descansaba en noches así. Catrina sufría miedos de pequeña, ahora dormía tranquila, lo sabía. Pero también recordaba que era normal en todas las pequeñas consentidas a su edad, para ser mimadas. Hasta Halley, siendo tan pequeña, cuando había oportunidad entraba en sus sábanas y dormía ahí. Ahora le hacía realmente falta algo así, en ese castillo, era todo tan silencioso en horas así. Salió de su habitación, planeaba caminar por ahí un poco, llevaba solo el pantalón de su pijama, costumbre desde hace medio siglo. Planeó solo caminar por el corredor de los dormitorios para profesores, pero se encontró detenido frente al dormitorio de Halley.

- ¿Qué? -murmuró, como si la puerta le fuese a contestar. Solo había pensado en ella un segundo y al siguiente reaccionaba a punto de intentar entrar como si tuviese permiso y forma de hacerlo.

Un sonido dentro de la habitación de Halley le alertó, al parecer había alguien ahí, una punzada de sospechar que era otro hombre, tal vez el padre de Deacon, le hizo retener el deseo de romper la puerta a golpes. Aún mantenía su mano aferrada a la perilla. A lo lejos, escuchó que llamaban a su celular, el cual se había quedado en su habitación, se giró con intención de ir a verlo, pero sus pies no se detuvieron. La puerta se abrió y él fue jalado hacia adelante ya que seguía aferrado a la perilla.

- Halley -murmuró, como si no hubiese esperado que ella saliera de su propia habitación. Le recorrió con la mirada casi sin darse cuenta de que era obvio, tan hermosa como siempre, se impulsó ha abrir la puerta más y dar otro paso, seguro adentro. La besó profundamente, cerrando la puerta detrás de él. Y si estaba el 'esposo' o quien sea de ella ahí, que lo viese, no pensaba en ese momento. Ahí solo le importó la sensación de tener su piel contra su pecho y los labios de ella ahí, en la oscuridad. Un relámpago iluminó el lugar y seguido de un trueno que sacudió todo.

Casi le fue secundario que le correspondiese, por lo menos en un inicio en donde solo le interesó besarla, sentirla y saciarse, se sentía como lo que se estaba transformando, en un sediento y Halley la única bebida. Solo esta mujer, la que tenía en sus brazos, sabía que hacer y en que momento precioso para dejarlo ciego. La observó resplandeciente y tan suya que casi dolía porque no era verdad, pero no podía resistir demasiado. Solo un poco más, pensó, solo unos tragos más. La tomó de la cintura delirante y fina para poder levantarla, cargarla contra la pared y antes de cualquier queja, recorrió su cuello, que no había cambiado, la insistencia de sus manos sobre su cintura levantaban y bajaban su camiseta. Una parte de él intentó separarse y la otra se aferraba a ese momento.

- ¿Me esperabas? -le preguntó, aun deseo una mentira y que le dijese que sí, para saber que no era él, el único que había reaccionado por un impulso a ese momento, le tomó el rostro y la besó, mientras se recargaba en ella. Su exquisito cuerpo se perfiló contra él.

La bajo un poco para tener en contacto cada parte de su cuerpo contra el propio, la besó casi como si bebiese la sangre de una deliciosa víctima, no podía creer que había resistido tanto tiempo esperando, tantos años, tantos días al saber que podría. Las mil ideas que pasaron por su cabeza en el momento en que la escuchó tan agitada, fueron todas dedicadas a ella, pasado, presente y futuro se prestaban para ese momento.

- He terminado parado frente a tu puerta sin pensarlo, si no abrías... -le hizo ladear su rostro para poder besarla profundamente, una de sus manos se coló por la camiseta y tocó su piel, cada curva era un delirio y tentación pura. Solo un poco más, pensó, solo un poco para resistir- tal vez me colaba por tu ventana, la de tu cuarto, esperando encontrarte dormida -murmuró agitad, ya eran dos manos en sus costados, en contacto contra su piel, bajando más allá de su espalda.

Echó el rostro hacia atrás, parecía una serpiente inyectando su veneno con solo tocar su cuello, abrió la boca para respirar pesadamente por ahí, sus manos se cerraron en la cintura femenina. Soltó un gruñido cuando movió sus caderas, se apoyó más contra ella y apretó sus caderas contra las suyas, ni el recuerdo era tan bueno como ese momento. Le miró a los ojos lascivamente.

- Me hubiese apegado a mi papel, en las sombras me hubiese acercado a ti, mojando el lugar y luego -sonrió de costado y comenzó a morder su oreja- te hubiese atrapado en el sofa buscando mojarte a ti -respiró hondo su aroma. No podía permitirse volverse loco, debía disfrutarla.Le observó fijamente y sin retirar la mirada le retiró la parte superior, bajó los ojos y sintió la boca agua- Ahora tengo calor yo -murmuró sin saber donde primero atacar. Le comenzó a besar el escote, pero sus manos ya subieron a sus pechos, había crecido, lo podía saber solo al tacto, la diferencia de la Halley de antes y la de ahora, también era al tacto.

Aquella necesidad de contacto visual era demasiado íntimo, casi podía olvidar su posición en todo aquello y que debía cumplir, simplemente estaba disfrutando de sus ojos, de escucharla y su cuerpo. La tenía bien sostenida con solo apoyarla sobre sus caderas y apretarla a la pared, pero disfrutaba con presionarla más, con pensar que la ropa no estaba.

- ¿Y quién dijo que deseaba mojar el sillón? -sonrió con audacia- Mi deseo es solo a ti, si de paso se moja el sillón, me tiene sin cuidado -le lamió el entorno de los labios. Sonrió al escucharla y atendiendo su cuello- Podría contestar en general o si la pregunta es para esta noche -se bajó el pantalón y solo fue por fricción, pero entre menos ropa podía sentirla tan real que respiró profundamente, moviendo sus caderas, un golpe fuerte para levantarla y deslizarla abajo

Hall apoyó la punta de su lengua en su colmillo con cierta malicia

¿Y quien dijo que hablaba del sillón? Le murmuro con cinismo

No era una pregunta, era una afirmación… te espere demasiado Le volvió a decir con el rostro un tanto sombrío mientras sus dedos recorrían el camino en sus labios que segundos más tarde ella besaría

Halley bajo sus piernas, para ayudarle con su pantalón, con una mano recorriendo su abdomen su vientre llegando a su entrepierna de forma un tanto descarada, besando la clavícula del vampiro

S rió entre dientes, solo esta mujer podía tener respuesta a cualquiera de sus palabras, era perfecta, no podía quitarse la idea de la cabeza, mientras saboreaba su piel y sentía su cuerpo en cada milímetro, realmente era una criatura perfecta.

- La espera se acabó, Halley -apretó todo su cuerpo contra él para sentirla, la necesitaba, en especial era estimulante creer que pese a su vivencia con su 'esposo' le seguía esperando, siempre anhelando que llegara ese momento entre ambos y dejar atrás cualquier cosa. Porque estaba siendo egoísta y lo estaba haciendo. Apoyó su frente en el hombro de ella cuando sintió su mano, directa, atacarlo, lo bueno es que la concentración que tenía en estar parado y tocarla era más fuerte que la de lanzarla contra el sillón y hacerla suya. Bajó el rostro y deslizó sus labios por uno de sus pechos, en un ataque directo, abrió la boca y comenzó a succionar con cierta fuerza. Quería que gritara.

La atendía con demasiada diligencia, aunque ya no estaba del todo 'viva' iba sintiendo su calor contra él, levantó la mirada y se la clavó en los ojos, en el momento exacto en que recorría simplemente con su lengua sus áreas sensibles, turna de una a la otra. La tomó de la cintura para acomodarla bien, se movió contra ella como si ya la estuviese embistiendo, solo por el calor entre sus caderas que se hacía cada vez más fuerte. Introdujo desde abajo del short su mano para acariciarla y desde ahí directo entre sus piernas ya que lo alejaba de sus pechos. La besó descaradamente, demostrando sus deseos intensos por ella. Su mano llegó entre las telas a esa parte no solo cálida, sino húmeda y comenzó a acariciar a lo largo. La respiración era agitada, la imagen de la luz del rayo sobre su cuerpo agitado, aun lo tenía grabado en su mente. Respiraba por la boca, cuando pegaba sus caderas profundamente contra ella soltaba un gruñido, necesitaba estar dentro de ella.

Más de una ocasión sintió que se iba a tropezar mientras era empujado, pese a que la apretaba a sí y estaba acostumbrado a llevar cierto dominio en esos momento, no podía negarse a su aroma y el inquieto cuerpo que representaba Halley, no le molestó caer en el sillón y quedar medio recostado sin quitarle la vista de encima, la deseaba para él, cuando sintió su mano soltó un obvio gemido que se hizo detener en su garganta pero se había escapado, echó el rostro hacia atrás y la ayudó para desvestirse.

- ¿No tienes más calor? -le preguntó mirando las prendas bajas que aun llevaba y no le dejaban verla por completo, respiraba de forma agitada y sus manos se aferraban a su cintura delgada para atraerla a él.

La lucha de mantener sus ojos cerrados y concentrado en no dejarse dominar por tanto tiempo que había deseado ese momento, le hizo perder el control de su boca, que demostraba el placer que sentía y no solo con su boca, sino con sus manos.

- Esto solo ocurre contigo -dijo en voz baja mientras le quitaba la última prenda y se entretenía en la nueva piel descubierta que parecía necesitar de él para entrar en mayor calor, sí, no era algo que debió decir, pero se le salía de las manos la situación. Abrió la boca y comenzó a besar sus pechos, uno por uno, succionando y dando pequeñas mordidas, tirando sin fuerza alguna o clavando su lengua en sus partes muy sensibles. La escuchó y no supo si por sus palabras o sus actos, acaba de volver a gemir obviamente, una de sus manos la agarró del trasero, la otra, buscó entre sus piernas, aquel lugar palpitante y necesitado.

Nunca había visto un ángel, igual creía que eran inocentes y asexuales, pero alumbrada aún por el rayo que vino, verla tocarse a si misma, tan agitada mientras él también participaba, buscando su punto sensible, jugando con este y recorriendo un ritmo diferente que la mano femenina, supo dos cosas: tenía un ángel ahí y eran extremadamente lascivos.

- No lo hago -le juró, recostándose sobre ella, jalando sus caderas para que sintiera lo que cada uno de sus movimientos, miradas, cada acto hacia en él, intensificó su tacto entre los muslos femeninos y luego bajó a sus pechos, al parecer estarían estancados por siempre en ese estado tierno y joven que le tentaban a devorarla. La tenía tan inquieta en contacto, creando tanta humedad desde ella, entre ambos, que el momento era demasiado intenso para creer que tenían cuerpos muertos.

Le tomó de la nuca y le besó profundamente, sintió como suyos las sensaciones que le recorrían a Halley, los recuerdos de miles de veces teniéndola, haciéndola suya pero no solo eso, sino los recuerdos más simples, como cuando la sentaba en su regazo y la contemplaba fisgonear sus documentos. La atrapó bajo su cuerpo y se desesperó al retirar su prenda femenina, aquella sangre cada vez más se concentraba, al igual que en su mente, en esos momentos, en lo que estaba a punto de hacer, la miró con locura, no podía controlar el deseo y las tantas sensaciones que se acumulaban en su boca y tuvo que luchar para no dejarlas salir.

- Lo conseguiste -admitió en voz baja, mientras se acomodaba sobre ella, sintiendo la jugosa debilidad de detenerse- me has vuelto loco -entró en ella y fue como ingresar al infierno y subir al paraíso al mismo tiempo. No pudo soportarlo y se agarró con fuerza al brazo del sillón- Halley... -le dijo en voz ronca, mientras apoyaba su otra mano en cintura femenina, bajó la mirada, por puro impulso la besó profundamente y comenzó a moverse, muy lentamente, como si así fuese a detener esa sensación que le invadía.