Sola ,sentada en las escaleras [Libre]

Hacía poco tiempo había terminado su última clase y estaba algo cansada y hastiada de todo, este no había sido su mejor día ni por asomo y tenía un humor que mejor dejarla sola. De todos modos, aún le quedaba algo de energía pocitiva como para salir fuera durante un rato y disfrutar de lo que quedaba del día.

Con la mochila al hombro, el uniforme perfectamente arreglado y unos libros en los brazos salió del edificio y comenzó a bajar las escaleras, mientras hacía un poco de equilibrio se detuvo para fijarse en el sol, perdió el equilibrio y calló rodando hacia bajo. Los libros volaron en cualquier dirección y dejaron un camino por donde Sunny había pasado. La mochila estaba abierta y casi vacía.

La rubia quedó tendida en el suelo, llevándose las manos hacia la cabeza mientars hacia una mueca de dolor. "Dios, alguno de estos días moriré" pensó mientras miraba el cielo despejado, fulminando al sol con la mirada. Levantó la mano, apuntandolo con el dedo, furiosa.

- ¡Es tu culpa! ¡Estúpido sol! ¡Por eso siempre he preferido la oscuridad! -gritó, como loca, sin importarle si alguien la escuchaba. Tenía un corte en el labio y arriba de la ceja izquierda además de que comenzaban a formarse varios moretones en su cuerpo. Había caído una buena trama de escaleras sin dificultad alguna.- Suerte que estoy despierta -murmuró entre dientes, mordaz. Sintió una punzada de dolor y algo caliente y pegajoso que mojaba su cabello.- No...no... -siguió tanteando su cabeza con las manos, reusándose a creer que estubiera, que tenía, no podía pensarlo siquiera. El terror se apoderó de ella,a pretó los ojos y tragó con fuerza, evitando ver nada mas.

La rabia la consumía, aunque era mucho men os que el pánico que comenzaba a apoderarse de ella. Ese miedo irrascional que le tenía a la sangre era algo que realmente le hacía sentir estúpida porque, era simplemente sangre. Si, pero la sangre debía quedarse en su cuerpo, no salir de ella. Se lordió con suavidad el labio, sintiendo el gusto metálico del líquido borgoña que se escapaba de su cuerpo y le dieron nauceas.

- ¿Acaso es una broma? No, no estoy para nada bien -gruñó de mala gana aunque sin ganas de tratarla mal justamente a ella. Estaba enojada con el mundo. Suspiró, tratando de sentarse para poder irse de ahí hacia otro de los lugares que mas detestaba; los hospitales y enfermerías. ¿Cuánta mala suerte podía tener en un día?- Oh, dios -se sintió terriblemente mareada y olvidando por momentos su temor hacia la sangre, inspirando hondo y cerrando los ojos con fuerza.

Iba pasando por el lugar, necesitaba subir un tramo, buscaba a su hija y la pequeña diabla se le había escapado, de seguro sabía que la iba a reprender. Así que en su camino escuchó ya desde lejos unos gritos y el aroma a sangre llegó a él. Apretó la mandíbula y subió el tramo que faltaba hasta encontrarse con dos jóvenes. Bien, eran humanas, se acercó a la otra chica, la reconoció, era la compañera de cuarto de su hija.

- ¿Qué ha ocurrido aquí? -dijo serio para anunciarse, fingiendo que acaba de ver todo por casualidad. Avanzó a la chica sin respirar siquiera. Los años no hacían que fuese inmune- Eso se ve grabe -le revisó la herida a la joven, no tenía posibilidad de infección, como llevaba una camisa y pantalones, no tuvo otra que quitarse la camisa y doblarla para luego usarla de vendaje.

Puso mala cara ¿Acaso eran cada vez mas sensibles las personas en este internado? Había algunas chias que eran auténticas princesitas de hielo y bueno, ella no era una de ellas, pero simplemente estaba de malas y esta chica salía con esa pregunta tan absurda. Observó al profesor medio aturdida, casi rogandolé con la mirada que no la llevara a la enfería a un hospital o nada que se le parezca. Comenzaba a preguntarse si realmente había algo de eso en Medianoche.

- Me caí -dijo, aunque su compañera ya le había informado al profesor, que ahora, justamente ahora le revisaba la herida- Ay -se quejó, casi haciendo uno de esos pucheros que siempre se dedicaba a hacer cuando algo de le desagradaba, aunque esta vez le dolía de verdad. Evitó ver sus manos, para no reparar en la sangre que había.- ¿De verdad? No quiero ir a ningpun hospital -estaba a punto de ponerse a protestar cuando le puso el vendaje improvisado con su camisa- En serio... que no -apretó los labios, hasta que cerró los ojos- solo no quiero ver la sangre -dijo en un suspiro. Mordió su labio, olvidando casi por completo la existencia de la muchacha que la había visto caer.

Notó que la otra chica se había decaído, por lo que había captado, la compañera de habitación de su hija no había sido la cordialidad andante, pero eso se solucionaría. Le ayudó a recoger las cosas a la chica y le sonrió, intentando animarla.

- Has echo bien, yo me encargaré desde aquí -quería infundirle ánimo con solo verla, no era su culpa lo que había sucedido y se le hacía una tierna humana. Retomó su atención a la herida, que estaba algo caprichosa, aunque le recordó a Catrina de niña- Mírame a mí, así no verás la sangre -sacó su celular y envió un mensaje rápidamente, en un momento llegarían a limpiar el lugar. Mientras tanto se percató de que la chica tuviese sus cinco sentidos en correcto estado, sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo puso contra el rostro, antiguamente, todos perfumaban sus pañuelos, el mantenía la costumbre de la juventud y usaba esencia de pachuli- así el olor no te molestará -fingió, golpeándose la espalda y cuello, como si eso le ayudara a concentrase y luego fue revisando que el vendaje estuviese bien echo. No se veía nada grabe ni que necesitara puntos.

Inspiró aire ¿En verdad estaba dando la mala impresión que tanto detestaba? ¿De esas niñas ricas caprichosas? Hizo una mueca, pero de dolor mientras observaba el suelo, con la mirada algo perdida. Había hecho sentir mal a aquella chica y lo sabía, masno se arrepentía, no aún. Pero ella no tenía la culpa que le preguntaran algo tan obvio, hasta y le parecía ofensivo. Se quedó en su pequeño mundo, aparte, en el cual se extraviaba de vez en cuando para evitar cosas desagradables.

El olor del pañuelo del profesor la debolvió a la realidad, lo miró de reojo medio avergonzada por su comportamiento, pero ella no lo hacía ciertamente con maldad ni mucho menos. Solo le salía del alma, pero debía reconoser que ese comportamiento de niña no le iba a una chica de diecinueve. Solo no lo podía evitar.

- Uhm... -murmuró, volviendo la vista al suelo de nueva cuenta, sin reparar en lo que hacía el profesor y sin saber exactamente que decir, hasta que claro, se le ocurrió. Tampoco es que tuviera que pensar demasiado- Gracias -se mordió el labio inferior.- por, bueno ¿auxiliarme? -frunció el ceño un poco, vaya que se sentía estúpida y no era para menos.

Negó despreocupado, después de todo entendía totalmente porque se daban las cosas, si Catrina no había estado molestando, significaba que la chica era buena en algún sentido.

- Ni lo tengas en cuenta -la ayudó a levantarse de a poco, sin que viese el desastre que había echo en las gradas y haciendo que se apoyara en él- Además eres quien comparte la habitación con Catrina, eres de la familia -esperaba que así su hija fuese sociable, le sentaría bien saber tratar con humanos y controlar la tentación. Como en ese momento, la alejó de la concentración de sangre, aunque ella de por sí olía tentadora para cualquier carnívoro.

Se incorporó con ayuda del profesor, con cuidado para evitar de esos mareos que constantemente sufría al levantarse demasaido rápido cuando estaba acostada o sentada. Sufría de esos malestares desde hacía mucho tiempo y todos suponían que era por la adolescencia, aunque ella estaba prácticamente terminando con ella, aunque para su actitud aniñada parecía que trataba de alargarla.

- ¿De la famlia? -si era familia, él sería el hermano de Catrina. Entonces, se apellidaba Sly, según lo que podía deducir, profesor de Tecnología Moderna. Sonrió de lado, a penas levantando la comisura de los labios, evitando pensar en la sangre para no sentír nauceas, el miedo comenzaba a pasar sin dejar rastro algúno en ella.- Exagera -rodó los ojos, ampliando su sonrisa ahora divertida.- Si me permite, iré a buscarla. Creo que tendrá que hacer enfermera -Comentó divertida. Buscó sus cosas con la mirada, dispuesta a juntarlas y marcharse a la habitación, mucho más por hacer no quedaba, parecía que se invertían los roles, ahora Cat debería de hacer de enfermera con ella.

Soltó una carcajada despreocupado y vivaz, hasta Catrina se quejaba de como su risa podía llegar tan lejos, pero la pequeña la había heredado, aunque pocas veces reía.

- Por supuesto, por supuesto -un miembro que no duraría mucho, lo sabía, el tiempo para los vampiros cada vez era más rápido, pero era mejor afrontar estas realidades- El 'usted' deberías dejarlo para mis clases -le aconsejó guiñándole un ojo, quien lo viera nunca pensaría lo que era capaz de hacer. A la mención de su hija, prefirió negarse, en actitud despreocupada. Últimamente la pequeña tenía mucha sed, lo menos que deseaba es que lo demostrase con su compañera humana- Debe estar discutiendo con Deacon o subida a un árbol, déjala, yo te ayudaré -se ofreció, la ayudó, apoyándola contra la pared y él mismo recogió las cosas de la chica- Además, me quedaría preocupado si no me dejaras ver que no te dará un desmayo -dijo medio en broma, medio en serio, retomando el encuentro hacia ella.

Su risa hizo que se lo quedara mirando, aguantando las ganas de taparle con una mano la boca para que se conservara la paz en Medianoche y no vinieran los espectros de su casa a investigar las grandes carcajadas. Tal vez exageraba, pero para ella había sido algo digno de escuchar. Rió entre dientes con disimulo.

- De acuerdo -dijo con lentitud, le sería raro, pero estaba segura que podría adaptarse a tratarlo informalmente. A la sola mención de Deacon y Catrina se sintió un tanto interesada, curiosa ¿Sería bueno preguntar? Uno no perdía nada con intentarlo- ¿Sabes porqué se llevan asi... de esa forma tan particular? ¿Qué piensas sobre el compromiso de tu hermana? Yo creo que, esto... no le gusta-hizo una mueca, sabía que no debía opinar, era su hermano, un profesor ¿En qué pensaba?- pero, supongo que debe aceptarlo, están chapados a la antigua -se quedó en blanco unos momentos con una sonrisa inocente en el rostro, mientras le veía recoger sus cosas- Uhm, gracias, en serio -observó las escaleras, o mas bien, las fulminó con la mirada, se sentía cual muñeca de trapo, dejandosé llevar de un lado al otro sin oponer resistencia- Supongo que no me desmayaré, pero, bueno -se encigó de hombros, sonriendo abiertamente. Que rápido le resultaba llevarse bien con la gente, aunque en realidad se sentía como una metiche.

Enmarcó una ceja y le observó largamente, si sabía sobre el asunto solo podía estar al tanto por dos bocas y eran los implicados en todo aquello.

- Bueno, digamos que entiendo al muchacho, aunque yo no le agrade -le guiñó un ojo confidencial- pero es obvio, soy el hermano mayor y protector de su prometida -dejó un largo silencio entre ellos, acomodó ideas y luego le comunicó- Sunny, si lo vieras juntos, verías que no viven sin el otro, tal vez no saben expresarlo correctamente, pero se nota. Años atrás yo también fui egoísta en el amor y cuando escucho a Catrina insultarlo, es como volver a escuchar los mismos insultos que me dedicaba la mujer que amé -tomó aire, no le gustaba que su hija se viese abatida y se comparara con una prisionera, pero él sabía que luego sería la mujer más feliz. Claro si Deacon no metía la pata primero. Le siguió ayudando para rodear el castillo e ir por el camino rápido- Y si, estamos chapados a la antigua, aunque no lo digas, porque no va bien con el profesor de tecnología -le recordó burlón.

¿Lo entendía? Que suerte la suya, porque ella por mas que intentaba no podía ponerse ne su piel, no podia no encontraba la manera, Catrina ya le había hablado de ello y le había hecho sentir realmente mal, era una persona muy suseptible, de emosiones fuertes y hasta tal vez exageradas, pero no podía negar que le indignaba el que él no comprendiera, o que lo hiciera y simplemente siguiera adelante como si nada. ¿Se habría puesto en la piel de su compañera de cuarto, se había sentido prisionero alguna vez? No lo sabía, tampoco lo dudaba, no quería seguir opinando per su mente maquinaba independientemente de lo que ella deseaba.

- Cierto, deberia verlos juntos y creo que tienes razón tambien en que demuestran las cosas de forma incorrecta pero... si vieras, si vieras el dolor que yo veo en los ojos de Catrina, lo que me transmiten... -miraba el suelo, tratando de borrar la idea de su mente. "El ave exótica de la jaula dorada" Sintió un pequeño nudo de pena en la garganta.- Mas cosas que quedan entre familia, hasta las historias de amoríos? -enmarcó una ceja volviendo a ver a su profesor. Le sorprendía demasiado, y su gesto no era de mala manera, sino de una forma particular casi divertida ante la idea.

Soltó una pequeña carjacada la cual sofocó con una mano, para luego hacer una mueca de dolor. Debía recordar no hacer movimientos bruscos, debía reordarlo.

- Claro, claro, te guardaré el secreto -sonrió divertida, aunque lso restos de sentimientos abatidos quedaban en el fondo de sus ojos. Volvía a demostrar parte de su bipolaridad. Genial. Comenzaba a pensar que tendría que buscarse un custodio para evitar los pocibles futuros accidentes mientras rodeaban Medianoche.

Lo había notado, su pequeña hija cargaba en sus ojos una cinta de tristeza que a veces parecía eterna, pero sabía que ese dolor era variable, a veces por el dolor que le causaba Deacon, otras por el dolor que cargaba al verlo con otra mujer, claro que ahí también era por el odio, su tristeza, a fin de cuentas, siempre era así, cargada de otro sentimiento. Pero así era el amor.

- Eres su compañera de cuarto, ya verás en esos ojos tantas cosas -negó, estaba resignado, a veces pensaba en cancelar todo, pero sabía que eso le dolería más a su Catrina- son jóvenes, no saben lo que quieren -concluyó. La idea le dio gracia, sonrió satisfecho- por supuesto, todo queda en familia -eso le dio gracia, actualmente tenía un amorío con su 'cuñada', la hija de Deacon, que si se enteraran ellos... Apoyó su índice en la frente de ella- no te rías o se te saldrá el cerebro por un lado -le recordó como buen consejo. Volvieron a ingresar al castillo y le ayudó a subir por las escaleras que le llevaban hacia la torre de los dormitorios femeninos- Así que Catrina ya habla con otras personas -murmura más para sí.

Lo sabía, pero lo que veía ahora le preocupaba, suspiró. No tenía que darle tantas vueltas al asunto, había recopilado bastante información y tendría que verlo que pensarlo, pero eso a solas así podría hablar con ella misma y reflexionar las cosas con tranquilidad, acomodar sus ideas.

- Ya sé, pero ahora veo eso y no me gusta -se modió el labio y sintió el gusto de la sangre. Le dieron nauceas e hizo una mueca de dolor, demasiado fuerte, tendría que dejar ese labio en paz durante un tiempo. ¿Que no sabían lo que querían? "¿QUE NO SABEMOS LO QUE QUEREMOS?" Parpadeó varias veces, se envaró contra el profesor, se le notaba la indignación en las fracciónes, el rubor de enfado en las mejillas. Estaba a tres segundos de gritarle, pero debía contenerse. Si las miradas matasen, la acuzarían del homicido de Silvio.- Tú ya pasaste por esta edad y seguramente ya sabes cómo estoy, pero no voy a permitir que digas una cosa como esa en mis narices porque yo SI sé lo que quiero y me parece un insulto para los adolescentes, gracias -se soltó y se tambaleó un poco. Se desconocía y si él llegaba a decirle algo a reprocharle no dudaría en lanzarse en una carrera hasta su cuarto. Le sorprendía lo controlada que había sonado su voz en ese momento.

Se apartó el dedo de Silvio de la frente sin mucha fuerza, puesto que solo podía mantenerse en pié. No le contestó respecto a lo de la risa. Entraron al castillo y comenzaron a subir las escaleras, sus pasos eran pesados pero firmes, aún seguía molesta. Escuchó aquello que había dicho su acompañante y rodó los ojos, apretando los labios. El silencio de aquel lugar le permitía escuchar hasta su respiración agitada por la velocidad en que avanzaba.

- Pues claro ¿Qué crees que es antisocial? -suspiró hastiada, frunciendo el ceño. Pocas veces se enojaba de tal forma y parecía que iba en serio, a veces solo jugaba pero aquellas cuestiones la ponían loca. En ocaciones era capaz de defender lo indefendible aunque sabía que tenía las de perder.- Ya se que no debo contestarte asi, pero tú me prevocaste aunque no hubiera sido intencionalmente -gruñó por lo bajo. Si, ahora él tenía la culpa.

La garganta se le cerró cuando se mordió el labio, la presión a que saliese más sangre le estaba volviendo loco y no ayudaba en nada que la nueva amiga de su hija fuese tan bonita, era como pasear un suculento plato con excelente presentación ante sus ojos y pensar que no se le iba a antojar ni un poco. No, todo menos eso, dio un paso hacia atrás, aunque se ordenaba a no respirar, lo estaba haciendo y era incómodo, no quería parecer con una sola mirada que la estaba acosando o deseando de alguna forma. Le escuchó y cuando se mareo, como maldición, la abrazó por la cintura y espalda para tenerla bien. Como nunca, el aroma casi le estaba seduciendo.

- Me refería a ellos dos, no en general -murmuró, mirándole a los ojos, así, pensó, podría estar tranquilo y no pensar en la sangre. Por eso agradeció que la marcha continuara y pensar en mil mamuts en millones de cuerdas de araña para calmarse. Lo peor es que todo el universo se confabuló, escuchar a una humana enojada era como el timbre que anuncia la comida. Así que mejor pensar que es la amiga de su hija y ya, guardó silencio y casi ni prestó atención ante su agresión, estaba más concentrado en no hacerle nada- Procura buscar la calma -no había sonado tan tranquilo, era como si resistiera una gran necesidad y era verdad. La necesidad de lanzarse a ella y morderla.

No lo iba a admitir, claro que no. Ella era demasiado terca para agradecerle al profesor por mantenerla en pie a pesar de cómo le había contestado porque simplemente ella había creído y quería hacerle creer que podía sola cuando en realidad le costaba horrores. No se sentía incómoda por el agarre del profesor ni mucho menos, lo tomaba como natural, además de que estaba demasiado molesta como para pensar en otra cosa. Rodó los ojos "Bla bla bla bla bla".

- Pues, para mi es igual -farfulló entre dientes. Teztaruda. Aún no sabía cómo era que Silvio no se lo había casi gritado en el rostro, pero se lo agradecía. El seguir caminando parecía calmarla, el silencio entre ellos era lo mejor, pero rastros de enfado quedaban en ella aún. Rodó los ojos al escucharlo.- Cuando lo dices parece tan facil -murmuró apartando la mirada y relamiendo su labio inferior, quitando todo rastro de sangre de él y sintiendo unas ligeras y asquerosas nauceas. Suspiró levemente, aprecía que el camino a su habitación se hacía cada vez más largo cuando tendría que ser todo lo contrario.

Prefirió mantener los dientes apretados y evitando respirar aunque era demasiado adictivo y masoquista, era un vampiro antiguo, debía poder con eso, por sobre todo, era la amiga de su hija, pero eso no quitaba que en los demoníacos deseos de beber la sangre humana, fresca era inevitable. La llevó hasta su habitación, pero como era de esperarse, entrando a la sección femenina, la soltó sutilmente para no dar habladurías y la llevó a la tan bien conocida puerta que decía 'Sunny Bloody & Catrina Sly', le dio espacio para que abriera la puerta, aunque bien que había llamado demasiado la atención él estando sin camisa, eso no lo había pensado.

- El silencio siempre calma -le aconsejó, mientras esperaba ser invitado.

No le contestó y agradeció eso eso, porque eso no mejoraría su humor que ya estaba bastante alterado aunque de apoco se iba calmando, aunque ella quisiera seguir enfadada le esra un tanto dificil por lo bipolar que era, además, que comenzaba a olvidarse porqué tanta cólera para con el profesor, ya no le daba importancia.

Siguieron avanzando con lentitud, puesto que ella no podía ir muy rápido, había perdido la total noción de Silvio, normalmente ella era muy observadora y siempre estaba pensiente de las personas la su alrededor para tratar de deducir si les pasaba algo o qué, pero ahora le era totalmente indifetente. Lleguaron hasta la puerta de su cuarto y la voz de su acompañante le hizo recordar que él seguía ahí.

- Muy cierto, aunque yo preferiria seguir enojada -abrió la puerta y le dió una peuqeña patada, entrando y sentándosé en su cama. Suspiró largamente y miró por la ventana unos momentos, el sol brillaba aún, hermoso y triunfante. Entrecerró los ojos y pasó una mano por su frente, haciendo una pequeña mueca.

- Estoy hecha puré -suspiró de nueva cuenta, cno pesar.

Echó un vistazo a ambos lados antes de apoyarse en el marco de la puerta y mirar el interior, realmente era un interesante lugar, bueno, tal vez se debía a que era el cuarto de su hija y era la primera vez que lo veía, era algo diferente en comparación con la habitación que aún tenía esperándola en su propia habitación.

- Bien, tal vez deba irme -apuntó para darle espacio- puedes entregarle la camisa a Catrina, no hay apuro -meditó si debía decirle algo más, ya que se sentía irrespetuoso estando ahí, eh la habitación de unas señoritas y más aún a solas con una de ellas, claro que de su hija le tenía sin cuidado- Si te sientes mal, ve al centro médico -Tamara le ayudaría mejor, tenía cierta habilidad, apoyó la mano en la manija de la puerta e hizo una pequeña inclinación, dispuesto a dejarla sola.

En cuanto escuchó la voz del profesor ya se había olvidado de su enojo y eso era algo que la caracterizaba mucho. Sus enfados no duraban mucho. Negó con la cabeza, ella no tenía mucho más qué hacer y el charlar con el profesor sería algo productivo y hasta podría calificar como entretenido. Le hizo señas con las manos para que entrara a la habitación, por poco y se olvidaba que era Profesor.

- No quédate, me aburriré sola -buscó en el tocador que compartía con Catrina algodón y unas curitas. Debía limpiarse un poco, se quitó la camisa mientras se sentaba en el tocador y miraba al profesor por el espejo, sonriendo de medio lado.

Asintió e ingresó a lugar otra vez, le sonrió mirándola por el espejo, tenía la belleza de una vampira, se sentó en la cama de su hija para darle espacio a la joven humana, habiendo antes cerrando la puerta para que nadie viese mal el asunto, le observó a buena distancia y sin respirar, aunque fingía el acto perfectamente.

- Tal vez te aburras con este viejo -aunque era verdad, lo dijo en broma ya que se suponía joven, le observó fijamente por el reflejo, hasta el calor de la sangre le llegó a los sentidos y se sintió salivando- ¿Cómo podría entretenerte?

Dejó la camisa del profesor sobre el tocador para luego, con el algodon empapado de alcohol, limpiarse los pequeños cortecitos, haciendo muecas de vez en cuando. Ese había sido un buen golpe, no entendía cómo es que tenía tan poco equilibrio. Esuchó a Silvio y se volvió para verlo.

- ¿Viejo? Si, claro -rodó los ojos- estoy mas que segura que no nos llevamos mas de seis o siete años -sonrió divertida y volvió a lo suyo, luego también se quitaría esa ropa. Por el momento se dedicaría a no hacer nada, sentía a cada flexión de los músculos dónde tenia moratones.- Pues hablame de cualquier cosa, me gusta escuchar -se encogió de hombros y se quitó lo zapatos dando dos puntapiés.- Me pregunto porqué rayos uso tacones -rodó los ojos y volvió a verse en el espejo, haciendo caras raras.